Hace mucho tiempo que no os veo, bueno, para ser exactos, hace mucho tiempo que no me leéis. No es porque yo no quiera, os lo prometo, pero hay veces que uno no encuentra las palabras para... ¿para expresarse?
¿Os ha pasado? ¿Alguna vez habéis sentido cómo se os atragantaban las palabras pero no podía salir? Y aunque salieran, ¿no os gustaban? Si es así, os invito a que dejéis un comentario abajo.
Después de tanto, me he vuelto a reencontrar con las palabras y no quiero dejarlas otra vez en un cajón. Me gusta compartir lo que escribo, así tiene sentido esto. Si no, ¿para qué? Os dejo mi reconciliación aquí, en esta carta de amor.
Bueno, hasta otra, cafeteros.
A la chica del sillón:
Si hubiera sabido aquella tarde cómo te consumías, ya te hubiera mordido los ojos. Sí, un bocado amargo de café y chocolate ahí, entre la oreja y el hombro, ahí, donde se te eriza el Amor de Cacharel. Un bocado rematado en ginebra gastada, ahí, oculto entre los hilos castaños de tabaco Virginia emboquillado, con un leve suspiro temblando en tu boca.
Si hubiera sabido aquella tarde… Hubiera medido tu cuerpo, desde el cuello al pie, de los labios al pecho, del vientre a tu centro, corriéndote la boca, derrapándome los labios y los dientes. Y hubiera deseado lamerte verticalmente, morderte arriba y abajo, y besar, abajo y arriba tu pezón lunar que me mira impertinente. Sí, lamerte ahí, verticalmente, los labios y los dientes, y besar, abajo y arriba, y morder, arriba y abajo…
Perdón, me he quedado mirándote demasiado tiempo… Es que… Me gusta cegarme en ti así, pétreo y negro, asfaltado, para que el camino que te lleva, me lleva, nos lleva sea lento, caliente, como la N-344 en agosto, marcando tus líneas blancas en mi piel zaina discontinuamente, continuamente, con baches, con grietas, con puentes, quitamiedos, vías cortadas, curvas peligrosas, señales de peligro, controles de alcoholemia, de drogas, multas, persecuciones, atascos, radares, frenadas, acelerones…
Perdón, perdón, perdón… Aquí hay mucha palabra buscando GPS y un mapa muy complicado para encontrarte… encontrarme… encontrarnos… ¿Te mando ubicación y probamos? Probamos… ¿a qué? ¿A perdernos? No, a dolernos… Mira, no lo sé… Pero, llámame, ¿vale? O escríbeme o… Mírame.
El chico sin mechero
Esta carta ha sido premiada con 2º Premio en el XXII Certamen de Cartas de Amor de Leioa, Bizkaia, España.
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